Accelerated Spanish: Extra story 1
Yet another story to practice your Spanish comprehension and find new phrases! In additional to essential vocabulary, this story uses words from lessons 17 and 18. Enjoy!
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La mayoría de los chicos del barrio están jugando a las carreras de caballos pero yo estoy terminando de pintar la cabeza del mío. En verdad los caballos son un palo de escoba y un cabeza de papel con forma de cabeza unidos con pegamento. Mientras dibujo un círculo casi perfecto y termino de beber la chocolatada que me preparó mamá me acuerdo de esa tarde en que pegué el ojo al nivel de la cerradura de la puerta intentando ver algo además de oír. Según la abuela Inés debería darme vergüenza escuchar a través de la puerta lo que hablan los grandes mientras están en reunión. Pero la abuela Inés ya no estaba viva así que no importaba que le hubiera jurado no volver a hacerlo porque cuando uno se muere se pierden todos los juramentos. Papi es Comandante del ejército y siempre está ocupado. Antes de irse una misión larguísima en la otra punta del mundo siempre se encierra con mami en la cocina y hablan muy fuerte. Así que ese día supe que en cualquier momento se iba a ir. Y al día siguiente se fue.
-Debiste avisarme antes -decía mamá
-Si lo hubiera sabido te lo hubiera dicho -oí decir a papá
-Me dijiste que este año estarías en casa, necesito ayuda, no puedo hacer todo sola
-Pero el general a cargo me pidió que…
-Encuentra la forma de quedarte, si no, no vas a volver a vernos.
-¿Quién te piensas que mantiene este hogar? Estoy harto de pelear contigo, tú sabías en lo que te metías. Te dije que no cualquiera podía casarse conmigo… debía ser alguien paciente y fuerte.
-Basta, no me importa, déjame sola. Tú sabrás qué hacer, pero te digo una cosa: si te vas esto se acabó.
Justo antes de que Papi terminara de abrir la puerta que estaba cerrada con llave logré hacer de cuenta que no vi ni oí nada.
-¿Qué estás haciendo aquí? -preguntó él
-Estoy buscando la escoba pero no la encuentro…
-Escúchame, sé muy bien lo que estabas haciendo, princesa.
Casi juro que no, que no estaba haciendo nada de lo que él pensaba, pero en vez de eso dije: -¿A dónde vas?
-Al sur
-¿Y allá hace mucho frío?
-Ojalá, estoy cansado de este calor -mientras decía esto se sonaba el cuello y se secaba la transpiración de la frente.
-¿No te gusta estar acá?
-Por supuesto que me gusta
-Entonces quédate
-No puedo, alguien tiene que salvar el mundo, ¿no?
Papá dijo eso mientras trataba de destrabar la puerta del armario que está en el pasillo junto a la cocina, cuando lo logró me dio una escoba y dijo: -Anda, ve y muéstrales quién es la mejor amazonas de la cuadra.
Esa noche pinté el palo de escoba de color marrón con un poco de negro y dibujé sobre un papel una cabeza de caballo gigante que me encanta como quedó y la pegué en la punta. Mi caballo es flaquito flaquito con una cabeza enorme. Hoy finalmente llegó el día de la carrera y como estoy llegando tarde debo apurarme. La abuela Inés, que siempre llegaba temprano a todas partes, diría que siempre dejo todo para último momento. Lo que pasa es que estaba lista para irme hace más de media hora pero entonces leí en una enciclopedia que las manchas de los caballos eran las que le permitían a uno distinguirlos. En la página ciento sesenta se lee: “La mancha de cada caballo lo hace único entre los demás”. Entonces se me ocurrió que quería hacer a mi caballo único y le dibujé un gran círculo blanco justo abajo de uno de sus ojos. Ahora que ya terminé corro por el pasillo con una pierna a cada lado de la escoba tratando de llegar a tiempo y sin darme cuenta me choco contra las piernas del abuelo que, como siempre, lleva al gato entre los brazos.
-¡Pero qué cosa! ¿Qué haces?
-Juego
-Cuidado que si corres con la escoba así puedes levantar vuelo.
-¿Por qué siempre cargas el gato?
-Porque ve en la oscuridad y puede ser útil durante una emergencia.
-Siempre dices un montón de cosas raras.
-Lo lindo de la vida es que está llena de cosas raras, pero tú eres una niña inteligente, ya te vas a dar cuenta.
-¿Qué?
-Nada, nada… Espera, ven aquí, tengo algo para ti, te dará suerte en la carrera. ¿Te acuerdas de la abuela Inés? Esto era suyo.
El abuelo y yo caminamos hasta su habitación y él saca de su bolsillo un collar de oro con pequeñas piedras rojas y lo ata a mi cuello.
-Ahora pide un deseo -dice, y yo deseo tocar una nube y estrujarla entre mis manos como si fuera algodón. Después pienso que mejor sigo a papá bien lejos de los Estados Unidos, hasta una isla lejana donde seguro comenzó la batalla y yo también soy un héroe, teniente o soldado. Yo llevo una medalla y él lleva otra porque vencimos al enemigo que ahora está en la cárcel. También pido que cuando volvamos a casa mamá nos salude desde la ventana que tendrá colgado un cartel que diga “bienvenidos” y el abuelo, parado en la entrada, nos tomará fotos con esa cámara antigua que guarda en el placard.
-¿Listo?
-Listo.
-Pensé que te habías quedado dormida, ¡Qué deseo más largo! Qué bien, el que más cosas desea más cosas consigue.
-Tengo que irme ya es muy tarde.
-Ve, ve, y recuerda: mantén la calma y ganarás. Ah, si llegas a encontrarte a la abuela por ahí dile que la extraño y dale un beso y un abrazo.
Salgo de casa pensando que el abuelo está muy enfermo y muy loco. Cuando llego al parque los niños siguen montados sobre sus escobas y están en posición de salida porque ya casi empieza la carrera. Llegué justo a tiempo.
-Ponte en la línea que ya empezó la cuenta regresiva -dice una chica que no conozco pero que está al mando porque es la más grande de todos. Me doy cuenta de que Lucía y Florencia desde la otra punta de la hilera se ríen de la mancha blanca de mi caballo. Ellas no saben que esa mancha es lo que hace a mi caballo único. Sus caballos son tan perfectos que no son reales. Son caballos robot, el mío es un caballo con identidad. Corro hasta la línea de salida con la cabeza baja no me gusta que me miren fijo ni que la gente hable de mí.
La niña que manda dice:
-El que salga antes de que suene el silbato queda descalificado. Cuando escuchen el silbato sigan la línea blanca que delimita la pista, corran hasta el árbol grandote y regresen hasta aquí, el que llegue primero será el ganador. A la una, a las dos y a las… ¡Prrrrrrr!
Empiezo a correr y un caballo me pasa por el costado y enseguida otro, van dos adelante mío y si todo sigue así hasta el final entonces voy a salir tercera. De pronto me doy cuenta de que voy muy muy rápido, al parecer mi escoba caballo tomó velocidad y ya no la puedo parar. Mis piernas se mueven como tijeras y creo que olvidé cómo detenerlas. Me siento un caballero que se acerca al campo de batalla. Oigo el viento que se hace cada vez más fuerte y sin darme cuenta ya pasé a los dos caballos. Voy primera en la fila y los de atrás solo pueden ver mi espalda. Justo antes de llegar al árbol grandote las puntas de mis pies se separan del césped y creo volar hasta que me doy cuenta de que vuelo de verdad. En vez de rodear el árbol o de chocarme lo paso por encima y los niños y sus caballos se hacen más y más pequeños. Al principio me da miedo porque no entiendo que pasa hasta que veo que a mi escoba le salen dos alas y al final resulta que mi caballo sí era especial. Ya arriba empiezo a ver las estrellas y más allá los planetas, algunos rayos, la luna y el sol que en el cielo están juntos porque ahí no es de día ni es de noche. Se me ocurre que quizás pueda buscar al espíritu de la abuela Inés pero cambio de idea y me siento en una nube que rodeo con mis brazos y la estrujo como a un oso de peluche. Pienso que este es un muy buen lugar para dormir cuando de pronto escucho una voz que dice:
-Oiga, ¿qué hace usted por aquí?
El ave primero me mira fijo y después toca mis pies con su pico largo y amarillo
-¡Oye! Me haces cosquillas.
-Yo diría que nunca había visto por aquí a nadie como usted…
-¿Por qué me está hablando de usted? Nunca nadie me había hablado de usted
-Entonces los dos estamos viviendo algo por primera vez. -el av se detiene un segundo y luego sus ojos se abren como platos- ¡Qué hermoso collar!
-¿Te gusta? Era de mi abuela.
-¡Es precioso!
-¿Cómo te llamas?
-Llámame Ave. ¿Cómo se llama usted?
-No me gusta que me hables de usted.
-Bueno, ¿cómo te llamas tú?
-Agustina
-Agustina es nombre de reina.
-¿Tú crees?
-Claro, tiene mucho estilo -el pájaro abre sus alas y pone ojos de admiración -Agustina, la reina de los bosques y los cielos
Me río tan fuerte que estoy a punto de caerme de la nube pero logro tomarme de un pompón, sin embargo, mi caballo-escoba se desliza y a pesar de mi intento por salvarlo no lo consigo y lo veo caer y caer y dar círculos y hacerse pequeño y entonces me da tanto miedo que empiezo a llorar.
-¡Basta! ¡Basta! -grita el ave con desesperación- ¡Ya cállate!
-¿Qué? -pregunto entre lágrimas.
-Pase lo que pase, por favor, no vuelvas a llorar.
-¿Por qué?
-La gente triste me asusta mucho.
-¿Qué? Eso no tiene sentido. A nadie le da miedo la gente triste.
-Excepto a mí.
-Qué ave tan rara eres…
-La vida está llena de cosas raras…Pero bueno, a propósito, ¿a dónde vas?
-Al sur
-¿Qué hay en el sur?
-No sé pero ahí está mi papá
-¿Tu papa? ¡Me encantan las papas! Siempre que bajo hasta el suelo tengo esperanza de encontrar alguna papa frita, o al horno, aunque fritas me gustan más. Por ejemplo, la última vez, aterrice en un estadio luego de un partido de eso que juegan ustedes, con una bola que se pasa entre un montón de gente y todo el público grita, algo tan aburrido que me da sueño de solo pensarlo. En fin, aterricé y el suelo estaba lleno de deliciosas papitas fritas. ¡Me guarde cientos en el pico!
Vuelvo a reírme pero está vez me agarro con fuerza de la nube usando ambas manos para no resbalarme.
-No mi papa… ¡Mi papá!
-Ah… pensé que tenías un acento extraño y por eso lo decía así. ¿Y que es una papá? ¿Se come?
-Deja de ser tan irritante, claro que no se come, un papá es alguien de tu familia.
-Ajá….
Me doy cuenta de que Ave no tiene idea de lo que es una familia pero como no sé como explicarlo mejor ni probar porque ya me di cuenta de que entonces me meto en un lío de palabras. Los dos nos quedamos en silencio y me acuerdo de que mi caballo se perdió en el universo y que ahora ya nunca más podré salir de esta nube y empiezo a llorar una vez más.
-¡Oye! ¡Oye! ¿No oíste lo que dije? ¡Aquí no se puede llorar!
-¿Por qué no? Todos dicen no llores, no sufras, no te enojes, pero si uno no hace todas esas cosas entonces estar feliz ya no tiene gracia.
-¿Qué?
-Claro, uno se da cuenta de que está feliz porque hay momentos en los que está triste, ¿no?
Ave se da un golpe con un ala en la cabeza y dice: al principio pensé que estabas un poco loca, ahora me doy cuenta de que estás totalmente loca. ¡Qué cosas dices!
-No es tan loco…
-Bueno, bueno ¿y por qué lloras?
-Porque ya no voy a poder ir al sur ni volver a casa, perdí mi caballo.
-Tu no eres muy inteligente, ¿verdad? ¡Mírame!
-¿Qué tengo que ver?
Ave comienza a mover sus alas y se eleva apenas.
-¿Vas a irte y dejarme sola? -estoy a punto de llorar otra vez cuando ave vuelve a golpearse la cabeza y dice -¿Viste? En mi opinión ustedes los humanos no han sido bendecidos con el don del ingenio. ¡Voy a ayudarte!
-¿Vas a llevarme?
-¡Exacto!
-¡Olvídalo! ¿Y si me caigo?
-Acabas de volar miles y miles de kilómetros sobre una escoba y no quieres volar sobre un ave fuerte y llena de energía como yo? ¡Confía en mí! ¡Sube!
Algo dudosa me armo de valor, monto sobre Ave y de golpe empieza a volar, ¡vuela el doble de rápido que mi caballo! Ave vuela en una dirección que no entiendo porque sobre las nubes todo es igual.
-¿Podemos bajar un poco? Quiero ver el mundo desde arriba.
-Bueno, pero debes sostenerte con fuerza, pon tus brazos al rededor de mi cuello, pero cuidado, no toques mis plumas de colores que me lleva mucho trabajo mantenerlas así de brillantes -dice, y justo después de que lo hago caemos en picada algunos metros, atravesamos las nubes y volvemos a planear. Ave pega un grito de euforia y yo me río, de pronto dice:
-Si te mareas no mires hacia abajo, no quiero que vomites sobre mi plumaje, ¿me oíste?
-¡Que asco! Claro que no. ¿Y a dónde vamos? -pregunto.
-Al sur -dice Ave
Debajo de nosotros las casas, los autos y los árboles parecen de juguete, el mar se extiende como una mancha gigante y siento algo de vértigo. Después de volar un rato largo empiezo a sentir frío, de pronto Ave sobrevuela un edificio enorme que parece una prisión. Es un predio enorme rodeado por muros pero sin techo. En el centro, muchos hombres con uniformes hacen diferentes cosas. Ave baja un poco y en un rincón veo a mi papá que juega cartas con otros cinco hombres mientras escuchan la radio.
-¡Llegamos! ¡Llegamos! -grito mientras empiezo a aplaudir pero como me suelto de su cuello casi me caigo otra vez.
-¡Cuidado! ¿Puedes usar la cabeza? ¡Tienes que agarrarte! Eres el ser más despistado de este mundo.
-Lo siento, lo siento.
Ave vuela en círculos sobre la cabeza de papá.
-¿Quieres quedarte aquí o quieres regresar?
Miro a mi alrededor y todo se ve muy feo y sucio.
-Quiero regresar -digo y enseguida Ave levanta vuelo una vez más. El viaje de vuelta siempre es más corto que el de ida y en poco tiempo reconozco bajo nosotros la estación de autobuses de mi barrio, hasta creo ver al director de la escuela caminando con un carrito de compras por la avenida principal. Ave aterriza sobre el jardín de mi casa y a mí me parece muy extraño.
-¿Cómo sabías dónde vivía?
-Me lo contó un pajarito.
-Los pajaritos son muy chismosos… ¡Gracias Ave! ¡Eres mi príncipe! -grité mientras me echaba sobre él para abrazarlo con todo el cuerpo. Después de volar tanto mis pies se sentían extraños sobre el suelo.
-¿Qué? ¿Príncipe? ¡Por mi honor! ¡Pero sí soy mujer!
-Ah… ¿sí?
-Por supuesto, qué grosera eres.
-Lo siento, debí haber sido más cuidadosa…
-Ya está, cuídate pequeña, come verduras y hazle caso a tu mamá.
-¿Qué? Eres muy raro– perdón, rara.
Estoy a punto de entrar a casa cuando ave levanta vuelo y se interpone en mi camino.
-Oye, dile a tu madre que tenga paciencia y mándale un beso a tu abuelo. Dile que yo también -después de decir eso extiende sus alas y se pierde en el horizonte.